La indeleble disputa sobre quién inventó las huellas dactilares

Las huellas dactilares se utilizan como identificador único desde hace más de 100 años. ¿Pero quién inventó este proceso? Resulta que ese es el tema de una enorme disputa, que ayudó a proporcionar conocimientos útiles que nos beneficiaron a todos.

Comenzó en la década de 1870, cuando William Herschel, un magistrado de la India, estaba harto de que la gente firmara confesiones o testimonios y luego alegara que el garabato del documento no era su firma. Hizo que empezaran a poner sus huellas dactilares junto a sus firmas. No era una técnica física, sino psicológica. Quería que los sospechosos y los testigos sintieran que no era posible negar que habían firmado un documento. Al cabo de un tiempo, se dio cuenta de que las huellas eran únicas. Recogió y organizó las huellas, recogiéndolas de las mismas personas una y otra vez durante unos veinte años. Examinando el lote, determinó que las huellas dactilares seguían siendo las mismas de por vida.

En 1888, Francis Galton se encontraba probando un trabajo sobre la identificación positiva de criminales cuando se dio cuenta de que las crestas de las huellas dactilares podrían ser la clave para una prueba de identidad inmutable. Tras conocer el trabajo de Herschel, le pidió sus registros. Galton planeaba utilizarlo para establecer un sistema de clasificación, es decir, puntos que pudieran comprobarse para demostrar que dos conjuntos de huellas dactilares eran idénticos. Durante cuatro años Galton trabajó en este sistema. En 1892, publicó un libro, Fingerprints, que revolucionó la ciencia forense, y dio crédito a Herschel.

Entonces comenzó lo desagradable. El mismo año en que Galton se puso en contacto con Herschel, se había puesto en contacto con Henry Fauld. Las descripciones de Fauld sobre las huellas dactilares como identificadores permanentes de los delincuentes eran más fáciles de descartar que las de Herschel. Fauld ciertamente había tenido la idea por su cuenta. Se le ocurrió mientras estaba en Japón, admirando la cerámica antigua. Encontró las impresiones de las crestas de los dedos todavía claras en la antigua arcilla. Al examinar la vasija, pudo comprobar que los dedos que daban forma a una parte eran los mismos que los que daban forma a otra, y que todos eran diferentes a los suyos. Sin embargo, no disponía de una gran cantidad de datos que respaldaran sus ideas.

Los datos que tenía podrían no haber animado a Galton a trabajar con él. Faulds realizó experimentos con sus propios dedos, intentando cambiar sus huellas con ácido, calor y otras sustancias dolorosas. También él determinó que las huellas dactilares eran inmutables. Otras personas le creyeron. Incluso consiguió limpiar el nombre de un hombre inocente que era sospechoso de robo utilizando las huellas dactilares. Faulds había publicado un artículo sobre las huellas dactilares en 1880, y desde entonces había intentado dar publicidad a su idea. Todavía se discute quién merece más crédito por la ciencia de las huellas dactilares: Galton, Herschel o Faulds.

Inglis-Arkell, E. (2014, octubre 13). The indelible feud over who invented fingerprinting. Gizmodo.

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