¿Cómo un factor ambiental o un rasgo personal puede aumentar las probabilidades de convertir a alguien en víctima?
Hans Von Hentig abogó por la responsabilidad inherente de la víctima con respecto a la comisión del delito, estableciendo una serie de criterios que podían o no haber estado fuera del control de la víctima y que ayudaron a que está fuera victimizada. Llegando a desarrollar su propio sistema en el que categorizaba a las víctimas en función de su posible contribución al acto delictivo. Entre las víctimas más probables incluyó a: niños, mujeres, personas mayores, deficientes mentales o que sufren de algún trastorno, inmigrantes, minorías étnicas, entre otros. Esta categorización puede resultar muy drástica, sin embargo, muestra de manera clara cuáles son los posibles puntos débiles que pueden convertir a una persona en una víctima.
Sin embargo, la exposición de las víctimas a un delito puede ser también categorizada como una consecuencia del estilo de vida que lleva la persona o bien la situación en la que se ha visto inmersa.
Exposición según el estilo de vida
Hablamos de los elementos que se derivan del entorno habitual de la víctima y de sus rasgos personales. Por eso, se evalúan características como la personalidad de la víctima, y de su entorno personal, social y profesional, si lo hubiere. Pero para afirmar que el estilo de vida de una persona pueda haber influido en el comportamiento del delincuente tienen que darse dos condiciones: la presencia de un factor que influya en la oportunidad de que se produzca el daño, y de quién es la víctima en particular y el comportamiento criminal que tuvo lugar.
Se han desarrollado una serie de niveles según la frecuencia de exposición de la posible víctima a situaciones potencialmente dañinas o que puedan causar algún tipo de pérdida. Consisten en:
- Exposición muy alta: personas que están en riesgo de experimentar situaciones dañinas provocadas por un delito los 7 días de la semana. Por ejemplo, las prostitutas, alcohólicos permanentes o drogadictos, prisioneros confinados en constante contacto con otros criminales.
- Exposición alta: personas que están expuestas a elementos dañinos entre 4 y 6 días a la semana, pero cuya exposición no es constante. Por ejemplo, niños que sufren bullying en su centro escolar.
- Exposición media: pueden padecer algún tipo de daño como causa de su estilo de vida entre 1 y 3 días a la semana. Por ejemplo, un estudiante que se emborracha hasta rozar el coma etílico los fines de semana.
- Exposición baja: aquellas personas que rara vez se ven envueltas en una situación o adquieren conductas que puedan causarles algún tipo de daño o pérdida, suelen ser inferiores a 1 vez por semana.
Exposición de la víctima según la situación
Tiene que ver con la exposición a un posible daño o pérdida como resultado de las acciones de otras personas, del entorno y de las circunstancias relacionadas con el delito. Entre los factores de exposición que se deben tener en cuenta podemos destacar:
- El momento del día
- La localización del suceso
- El número de posibles víctimas
- Existencia de armas en el entorno
- Protección y supervisión
- Situación emocional y percepción de la víctima
- Ingesta de alcohol o drogas
Cómo en el apartado anterior también existen niveles de exposición según la sinergia de los factores y las circunstancias correspondientes que exponen a la víctima a niveles de riesgo cada vez mayores.
- Exposición alta: son víctimas que ya estaban padeciendo una situación dañina antes de que sucediera el hecho criminal. Por ejemplo: un niño pequeño que ha sido secuestrado y que se encontraba solo y sin la compañía de un adulto.
- Exposición media: se trata de personas que no están sufriendo un daño o una perdida justo antes de acto criminal, pero el entorno o las características personales de la víctima la convierten en susceptible o vulnerable a padecer un daño. Por ejemplo: una mujer que camina sola a altas horas de la noche en lugares poco vigilados o transitados.
- Exposición baja: consiste en personas que se encuentran poco expuestas o no son vulnerables, y cuyas características personales y/o el entorno no aumentan su probabilidad de padecer una situación potencialmente dañina o que implique alguna pérdida.
Estos niveles constituyen una guía, pero esta no siempre puede equipararse a todos los casos, por ello el investigador deberá llevar el caso de manera personalizada adaptando su investigación a las características particulares de la víctima.
Brent E. Turvey (2011) Criminal Profiling, Fourth Edition: An Introduction to Behavioral Evidence Analysis. Fourth Edition. ELSEVIER.