¿Qué lleva a los jóvenes a delinquir?
Académicos y profesionales debaten sobre las causas que llevan a los jóvenes a delinquir. Algunos argumentan que la delincuencia juvenil se debe a que existen personas “malas” que ya desde la infancia están fuera de control y que muchas de ellas se convierten en delincuentes persistentes a lo largo de su vida, pero nosotros también se dan pruebas de que muchos delincuentes juveniles tienden a dejar de delinquir al final de la adolescencia y al principio de la edad adulta y que esta disminución va acompañada de un descenso de su conducta impulsiva y un aumento de su autocontrol.
La infancia suele considerarse un período en el que los individuos aún no han desarrollado plenamente el autocontrol y sus impulsos tienden a conducir a comportamientos inadecuados y actos delictivos. Por eso, los padres, los profesores y otros adultos, durante el período que va de la infancia a la adolescencia, ayudan a modular los pobres controles internos de los niños, les enseñan habilidades para sortear los problemas de la vida y les ayudan a evitar causar daños a los demás. Los años que van de la infancia a la adolescencia se consideran un periodo crucial para lograr que los jóvenes pasen de los controles externos a los internos. Sin embargo, al final de la adolescencia y al principio de la edad adulta, la aparición de la madurez física no significa necesariamente que la madurez mental se haya alcanzado por completo y que los controles internos estén completamente formados y sean ejercidos regularmente por el joven.
Factores de riego
La Teoría General de la Tensión y la Delincuencia predice que las siguientes tensiones aumentarán la delincuencia:
- Rechazo parental, en el que los padres muestran poco amor o afecto por sus hijos, les proporcionan poco apoyo y a menudo muestran hostilidad hacia ellos.
- Discriminación basada en características como la raza/etnia, el género, la orientación sexual y la religión.
- La convivencia en comunidades económicamente desfavorecidas.
- El fracaso en la consecución de objetivos.
- Experiencias negativas en la escuela secundaria, incluyendo bajas calificaciones, relaciones negativas con los profesores (por ejemplo, los profesores tratan al menor injustamente, lo menosprecian o lo humillan), y la experiencia de la escuela como aburrida y una pérdida de tiempo.
- El abuso por parte de los compañeros, que incluye insultos, burlas, cotilleos, amenazas, intentos de coacción y agresiones físicas.
- Supervisión/disciplina errática, excesiva y/o dura (uso de humillaciones, insultos, amenazas, gritos y/o castigos físicos).
- Abuso y negligencia infantil.
- La victimización del delincuente.
- Ausencia de vivienda estable.
Estas tensiones aumentan la probabilidad de delinquir por varias razones. Conducen a emociones negativas, como la ira y la frustración, que crean una presión para la acción correctiva. Los jóvenes se sienten mal y quieren hacer algo al respecto. La delincuencia es una respuesta posible. El delito puede permitir a los adolescentes acabar o reducir su tensión. Por ejemplo, los adolescentes pueden robar el dinero que desean o huir de padres abusivos. El delito puede permitir la venganza contra la fuente de la tensión o los objetivos relacionados. Así, los adolescentes pueden agredir a los compañeros que les acosan. Y la delincuencia puede permitir aliviar las emociones negativas, como cuando los adolescentes consumen drogas para sentirse mejor. Estas tensiones también pueden conducir a la delincuencia al reducir el control social. El maltrato de los padres, por ejemplo, reduce el vínculo del menor con sus padres. Las experiencias escolares negativas reducen el compromiso con la escuela. Además, estas tensiones pueden fomentar la asociación con compañeros delincuentes y las creencias favorables a la delincuencia. Los adolescentes que han sido víctimas, por ejemplo, pueden unirse a bandas para protegerse y llegar a creer que la violencia es una respuesta justificable a las provocaciones.
Programas de prevención
En muchos casos, los esfuerzos de prevención, independientemente del problema específico o del lugar al que se dirigen, tienen el potencial de influir en el mal comportamiento en entornos más allá del lugar objetivo del problema. Las acciones y los programas de prevención pueden agruparse de forma general en las siguientes categorías:
Prevención temprana del desarrollo
La prevención del desarrollo trata de abordar el crimen y la delincuencia identificando y eliminando los factores que causan y promueven el mal comportamiento. Básicamente, existe la creencia de que los individuos están condicionados por experiencias pasadas y obligados a actuar de determinadas maneras. Varios programas de prevención del desarrollo tratan de preparar a los niños pequeños, a los jóvenes y a sus familias para que tengan éxito en la escuela y más allá.
Seguridad física
La introducción de medidas de seguridad física es una respuesta escolar común, especialmente tras los delitos violentos y los ataques en la escuela. Se suele pedir la instalación de detectores de metales, cerraduras en las puertas y ventanas selladas. Desgraciadamente, no hay pruebas de que estas medidas mantengan las armas fuera de las escuelas. El problema es que no mantienen a los delincuentes fuera de las escuelas, ya que la mayoría de los delincuentes son los mismos estudiantes.
Programas de educación primaria y secundaria
- Ambiente escolar
La modificación del ambiente escolar general es una sugerencia para abordar la mala conducta en las escuelas. Abrir la participación en la toma de decisiones (tanto a los alumnos como al personal) permite que todos se apropien tanto de las soluciones como de los éxitos en el control de los problemas. - Entrenamiento en habilidades
Muchas iniciativas de formación en habilidades sociales aparecen en el ámbito escolar y se presentan bajo diversos títulos, como el de formación en habilidades para la vida. Estos programas tratan de enseñar a los niños a reconocer situaciones problemáticas y a reaccionar de forma adecuada. Para ello, se intenta enseñar el autocontrol, la gestión de la ira, el reconocimiento de los sentimientos y las emociones, la construcción de una imagen positiva de sí mismo, la identificación de las necesidades y preocupaciones de los demás y la resolución de problemas. - Gestión y resolución de conflictos
Enseñar a los alumnos a manejar los conflictos y a tomar decisiones adecuadas cuando se enfrentan a situaciones difíciles (como la presión de los compañeros para consumir drogas o cometer un delito) es una intervención popular que adopta diversas formas. La gestión/resolución de conflictos es un programa habitual en las escuelas. El objetivo básico de estos programas es evitar y/o resolver los conflictos antes de que se conviertan en problemas graves (como los enfrentamientos físicos). - Iniciativas contra el acoso escolar
El programa intenta concienciar sobre el problema del acoso, establecer normas y reglamentos que regulen el comportamiento y las respuestas a los infractores, formar al personal sobre cómo integrar los debates sobre el acoso en el plan de estudios, exige reuniones entre padres y profesores, y entre los acosadores y sus víctimas. El programa también trabaja con las familias de los agresores para abordar los problemas fuera de la escuela. - Policías en las escuelas
Charlas policiales a cerca de temas relacionados con la delincuencia juvenil, el acoso escolar, el consumo de drogas, etc. Las evaluaciones de las asociaciones eficaces entre la escuela y la policía indican que se necesita algo más que la simple colocación de agentes de policía en las escuelas. Los agentes de policía no pueden resolver los problemas de hacinamiento, baja asistencia, grandes poblaciones minoritarias y escasa financiación. La cooperación de los padres es esencial.
Programas de actuación en vecindarios
- Cambios en las leyes y políticas locales
Se postula que los estatutos y las políticas legales tienen efectos directos e indirectos en la delincuencia juvenil. Se pueden promulgar leyes para restringir el acceso a las drogas ilegales o a las armas de fuego, lo que dificulta el consumo de sustancias o armas por parte de los jóvenes. También pueden aumentar los costes y/o los castigos de los comportamientos ilegales, lo que puede disuadir de la delincuencia si los jóvenes perciben que estos costes son mayores que los beneficios de delinquir. - Iniciativas de reubicación
Un ejemplo específico de un esfuerzo de cambio creativo y más amplio con el potencial de reducir la delincuencia juvenil es ayudar a las familias a salir de los barrios pobres y peligrosos. Reconociendo las dificultades de cambiar las variables estructurales del vecindario, como la pobreza concentrada, pero tratando de proteger a los jóvenes de los efectos negativos de estos entornos. - Movilización de la comunidad
En lugar de centrarse en las variables estructurales que son difíciles de cambiar, otros esfuerzos basados en el vecindario han tratado de alterar los procesos sociales que pueden fomentar o desalentar la delincuencia juvenil, incluidas las normas culturales relativas al comportamiento apropiado e inapropiado, los vínculos sociales entre los residentes y los intentos informales de los residentes para frenar la delincuencia juvenil. - Grupos de vigilancia comunitaria y vecinal
Este enfoque se basa en la cooperación de los residentes de la comunidad, que ayudan a los agentes de la ley en sus esfuerzos por prevenir y/o resolver los problemas de delincuencia. También se fomentan las relaciones entre los agentes y los miembros de la comunidad mediante el envío de agentes a determinados barrios, lo que les permite tener más oportunidades de conocer a los residentes del barrio y comprender mejor los problemas locales y los recursos potenciales para abordarlos.
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