El matrimonio infantil es una violación de los derechos humanos. A pesar de las leyes que lo prohíben, esta práctica sigue estando muy extendida. En todo el mundo, una de cada cinco niñas está casada, o en pareja, antes de cumplir los 18 años. En los países menos desarrollados, esa cifra se duplica: el 40% de las niñas se casan antes de los 18 años, y el 12% de las niñas se casan antes de los 15 años. El matrimonio infantil amenaza la vida y la salud de las niñas, y limita sus perspectivas de futuro. Las niñas que se ven obligadas a contraer matrimonio infantil suelen quedarse embarazadas cuando aún son adolescentes, lo que aumenta el riesgo de complicaciones en el embarazo o el parto. Estas complicaciones son la principal causa de muerte entre las adolescentes de mayor edad.
Negación de derechos
El matrimonio infantil niega a las niñas el derecho a elegir con quién y cuándo casarse, una de las decisiones más importantes de la vida. La elección de la pareja es una decisión importante, que debe tomarse libremente y sin miedo ni coacción. En esto, prácticamente todos los países están de acuerdo.
A pesar del compromiso casi universal de acabar con el matrimonio infantil, el 21% de las niñas se casan antes de los 18 años, una media de decenas de miles de niñas cada día. El 5% de las niñas se casan antes de los 15 años.
Impacto en la salud, el futuro y la familia de las niñas
El matrimonio infantil amenaza directamente la salud y el bienestar de las niñas. El matrimonio suele ir seguido de un embarazo, aunque la niña no esté aún preparada física o mentalmente. En los países en desarrollo, nueve de cada diez nacimientos de niñas adolescentes se producen dentro de un matrimonio o una unión. En estos países, las complicaciones del embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las adolescentes de 15 a 19 años.
Las niñas que se casan también pueden estar expuestas a infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH. Cuando las niñas se casan, a menudo se ven obligadas a abandonar la escuela para poder asumir las responsabilidades del hogar. Esto es una negación de su derecho a la educación. Las niñas que abandonan la escuela tienen peores resultados sanitarios y económicos que las que permanecen en ella, y a la larga sus hijos también salen peor parados.
Factores que contribuyen al matrimonio infantil
El matrimonio infantil es el producto tóxico de la pobreza y la desigualdad de género. Las niñas que contraen matrimonio infantil suelen tener menos estudios y es más probable que vivan en zonas rurales. Muchos padres empobrecidos creen que el matrimonio asegurará el futuro de sus hijas al garantizar que otra familia se hará cargo de su cuidado. Esto también es cierto en las crisis humanitarias, cuando muchos padres temen no poder proteger o cuidar a sus hijas. Algunos creen erróneamente que el matrimonio protegerá a sus hijas de la violencia sexual, que suele agravarse en tiempos de crisis.
Algunos padres ven a sus hijas como una carga o una mercancía. Las dotes complican la cuestión, en los lugares en los que la familia de la novia paga una dote a la familia del novio, las novias más jóvenes suelen exigir una dote menor, lo que crea un incentivo para que los padres casen a sus hijas antes de tiempo. En los lugares donde la familia del novio paga el precio de la novia, los padres en circunstancias difíciles pueden casar a sus hijas como fuente de ingresos. La mayoría de las veces, el matrimonio infantil es el resultado de tener pocas opciones. Cuando las niñas pueden elegir, se casan más tarde.
Cómo acabar con el matrimonio infantil
Las tasas mundiales de matrimonio infantil están disminuyendo lentamente. Datos recientes muestran que en la última década se evitaron 25 millones de matrimonios infantiles. Alrededor del año 2000, una de cada tres mujeres de entre 20 y 24 años declaraba haber estado casada de niña. En 2018, esta cifra es de aproximadamente una de cada cinco.
Aun así, los avances han sido desiguales y el matrimonio infantil no está disminuyendo con la suficiente rapidez. Debido al crecimiento de la población en las regiones donde el matrimonio infantil es más frecuente, se prevé que el número total de matrimonios infantiles aumente para 2030.
Las leyes existentes contra el matrimonio infantil deben aplicarse, especialmente cuando las niñas en riesgo de matrimonio infantil, o que ya están casadas, buscan protección y justicia. Y donde aún no sea así, la edad legal para contraer matrimonio debería elevarse a los 18 años sin excepciones. Pero las leyes sólo proporcionan el marco para actuar contra el matrimonio infantil. Es poco probable que las prácticas que la gente considera aceptables desaparezcan sólo con la legislación.
Es imprescindible garantizar que las niñas tengan acceso a la educación, a la información y a los servicios sanitarios, a la educación sexual integral y a la formación en habilidades para la vida. Las niñas que pueden permanecer en la escuela y mantenerse sanas disfrutan de un abanico más amplio de opciones, y es más probable que puedan evitar el matrimonio infantil. Y, lo que es más importante, las niñas que ya están casadas o en pareja necesitan apoyo. Necesitan servicios de salud reproductiva que les ayuden a evitar los embarazos precoces y las infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH. Las que se quedan embarazadas necesitan acceder a una atención adecuada durante todo el embarazo, el parto y el posparto. Deben recibir apoyo, si así lo deciden, para retomar la educación formal o no formal.
En conjunto, estas medidas conducen a familias más sanas, mayores niveles de igualdad de género y, a su vez, a sociedades más fuertes y economías más vibrantes. Ninguna sociedad puede permitirse la pérdida de oportunidades, el desperdicio de talento o la devastación personal que provoca el matrimonio infantil.