La obra seminal de James Q. Wilson, «Thinking About Crime», publicada en 1975, marcó un momento crucial en la teoría criminológica, especialmente en el contexto del cambio político de Estados Unidos hacia políticas conservadoras de control de la delincuencia bajo presidentes republicanos como Richard M. Nixon y, más tarde, Ronald Reagan. Wilson, alineado con el «realismo de derechas», criticó los enfoques conservadores y liberales tradicionales del control de la delincuencia, abogando por una filosofía que se entrelazaba con la postura política de la nueva derecha, pero que destacaba por sus perspectivas únicas sobre la delincuencia y el castigo.
Principios básicos del realismo de derechas
Wilson y sus contemporáneos, como George Kelling, destacaron la importancia del orden social, argumentando en contra de la opinión liberal de que los delitos menores debían pasarse por alto. Por el contrario, sostenían que desatender tales incivilidades podría conducir a un mayor daño social y, en última instancia, a la comisión de delitos graves. Esta postura sentó las bases de las políticas que hacen hincapié en el mantenimiento del orden público para prevenir la delincuencia. Wilson también se apartó de los modelos deterministas del comportamiento delictivo, ofreciendo una explicación biosocial que combinaba elementos de la biología y la socialización para explicar la propensión individual a la delincuencia. Este enfoque criticaba a las familias monoparentales por no inculcar el autocontrol, lo que sugería un fallo de la sociedad a la hora de promover una socialización eficaz.
Perspectiva moral de la delincuencia
El Realismo Correcto plantea la delincuencia no sólo como un problema social, sino como una falta moral que socava el tejido social. Wilson y otros argumentan que los actos delictivos son intrínsecamente malos y requieren una respuesta severa por parte del Estado. Este punto de vista diverge de otras teorías criminológicas que pueden ver la delincuencia a través de lentes socioeconómicas o psicológicas, haciendo hincapié en cambio en la responsabilidad moral de los individuos.
Importancia del orden social
El realismo de derechas se basa en la creencia de que el mantenimiento del orden social es primordial para prevenir la delincuencia. Las infracciones e incivilidades menores, como el vandalismo, la embriaguez pública y la vagancia, no se consideran meras molestias, sino presagios de una mayor decadencia social. La teoría de las ventanas rotas, famosa por Wilson y George L. Kelling, ilustra este punto sugiriendo que los signos visibles de desorden fomentan la delincuencia y el comportamiento antisocial, por lo que es necesaria una actuación policial proactiva para mantener el orden.
Teoría de la elección racional
El Realismo Correcto incorpora elementos de la Teoría de la Elección Racional, afirmando que los individuos eligen participar en conductas delictivas basándose en un cálculo de riesgos y recompensas potenciales. Esta perspectiva sostiene que el aumento de los riesgos percibidos del delito -mediante castigos certeros y rápidos- puede disuadir a los delincuentes potenciales. Destaca la utilidad de las penas más duras no necesariamente por su severidad, sino por su certeza y prontitud.
Control mediante la actuación policial y el castigo
Este enfoque aboga por una fuerte presencia policial y un sistema de justicia penal eficaz para disuadir de la delincuencia mediante la certeza de la detención y el castigo. Los realistas de derechas abogan por políticas que aumenten la eficacia policial, agilicen los procesos judiciales y garanticen que las consecuencias del comportamiento delictivo se apliquen de forma coherente. Esta filosofía ha influido en políticas como las leyes «stop and frisk» y «three strikes», cuyo objetivo es aumentar los costes percibidos de la participación en actividades delictivas.
Factores biológicos y sociales de la delincuencia
Wilson, junto con Richard J. Herrnstein, introdujo una perspectiva biosocial del comportamiento delictivo, sugiriendo que ciertos individuos podrían estar más predispuestos a delinquir debido a una combinación de factores genéticos, psicológicos y sociales. Esta perspectiva reconoce el papel de las influencias ambientales y la socialización, pero también postula una predisposición inherente en algunos individuos a carecer de autocontrol, lo que les hace más propensos a la delincuencia.
Crítica de la rehabilitación y la reforma social
El escepticismo respecto a la eficacia de los programas de rehabilitación y las reformas sociales más amplias caracteriza al Realismo de Derechas. Sus defensores critican los enfoques que dan prioridad a abordar las disparidades socioeconómicas o a rehabilitar a los delincuentes por medios no punitivos, y abogan en cambio por intervenciones directas e inmediatas centradas en la disuasión y la incapacitación.
Victimización e impacto en la comunidad
El realismo correcto hace hincapié en el impacto desproporcionado de la delincuencia en las poblaciones vulnerables, incluidos los pobres y los desfavorecidos. Sostiene que un control eficaz de la delincuencia beneficia a estas comunidades al reducir sus tasas de victimización y mejorar su calidad de vida, cuestionando así la idea de que las políticas de mano dura contra la delincuencia perjudican intrínsecamente a los menos privilegiados.
Implicaciones políticas
El trabajo de Wilson influyó significativamente en las estrategias de control de la delincuencia, abogando por una mayor eficacia policial y la certeza del castigo por encima de su severidad. Sostenía que la eficacia del sistema de justicia penal no dependía de la dureza de las sentencias, sino de la probabilidad de que se cumplieran. Esta perspectiva apoyaba las políticas destinadas a disuadir la delincuencia mediante la presencia visible de la policía y el castigo rápido, en lugar de mediante esfuerzos de rehabilitación, que Wilson veía con escepticismo. La adopción de la ley de los «tres avisos» y el aumento de la población carcelaria en Estados Unidos fueron consecuencias directas de estos principios.
Críticas al realismo de derechas
A pesar de su influencia, el realismo de derechas se enfrentó a numerosas críticas por centrarse en la delincuencia callejera y excluir la delincuencia corporativa o de cuello blanco, que también causa importantes daños sociales. Los críticos argumentaron que el realismo de derechas descuidaba los factores socioeconómicos y estructurales en la causalidad de la delincuencia, reduciendo los complejos problemas sociales a fallos morales individuales. Además, se ha cuestionado la eficacia e imparcialidad de las estrategias defendidas por los realistas de derechas, como la imposición de penas severas y la actuación policial agresiva, sobre todo por la forma en que afectan desproporcionadamente a las comunidades marginadas.
Conclusión
Las contribuciones de James Q. Wilson a través del «realismo de derechas» han moldeado innegablemente el discurso y las políticas en torno al control de la delincuencia en Estados Unidos. Aunque su énfasis en el orden social y las dimensiones morales de la delincuencia puso de relieve la importancia de la responsabilidad comunitaria e individual, las limitaciones y críticas del realismo correcto ponen de relieve la necesidad de un enfoque más matizado para comprender y abordar la delincuencia, que tenga en cuenta el contexto socioeconómico más amplio y busque la equidad y la eficacia en las estrategias de control de la delincuencia.
Burke, R. H. (2018). An Introduction to Criminological Theory (5a ed.). Routledge.