Lombroso, a menudo considerado un pionero de la criminología, basó sus teorías en una combinación de mediciones físicas, observaciones personales y diversas fuentes no científicas. Esta crítica pone de relieve varias cuestiones clave de la obra de Lombroso, como su dependencia de los presos como muestra representativa de los delincuentes, el carácter ecléctico de sus fuentes de datos y el posible sesgo sociocultural inherente a sus conclusiones.
Lombroso utilizó las prisiones como «teatros especiales» para su investigación, creando un perfil detallado del criminal nato mediante observaciones físicas y psicológicas. Sus estudios se centraron en los reclusos, de quienes creía que presentaban estigmas biológicos que indicaban atavismo o regresión evolutiva. Estas características incluían anomalías físicas como cabezas pequeñas, pómulos anchos y otros supuestos signos de primitivismo. Lombroso amplió su análisis más allá de los rasgos físicos para incluir las tendencias psicológicas y conductuales, que relacionó con la criminalidad.
La utilización de poblaciones penitenciarias
El uso que hace Lombroso de los reclusos como fuente primaria para su estudio de los delincuentes introduce un importante sesgo de selección. Este enfoque asume que todos los delincuentes son capturados, condenados y encarcelados, lo que pasa por alto la complejidad de las actividades delictivas que pasan desapercibidas o impunes debido a diversos factores sociojurídicos. Además, esta dependencia de las personas encarceladas no tiene en cuenta la diversidad de comportamientos delictivos y la influencia del sistema judicial a la hora de determinar quién acaba en prisión. En esencia, equipara «delincuente» con «persona condenada», ignorando el espectro más amplio de actividades ilícitas que pueden no conducir al encarcelamiento.
Fuentes de datos heterogéneas
Aunque el método interdisciplinar de Lombroso de recopilar datos de múltiples fuentes era innovador, carecía de un marco científico coherente, mezclando observaciones empíricas con interpretaciones subjetivas de artefactos culturales. Esta amalgama de mediciones científicas con proverbios, arte y anécdotas como pruebas diluyó la validez empírica de sus conclusiones. El planteamiento de Lombroso, al incorporar un abanico tan amplio de pruebas sin controles metodológicos estrictos, difuminó los límites entre la investigación objetiva y la especulación cultural, lo que llevó a conclusiones que eran tanto un reflejo de los prejuicios sociales como de los fenómenos observados.
Prejuicios socioculturales
Las teorías de Lombroso estaban profundamente arraigadas en el contexto sociocultural de su época, reflejando en particular los prejuicios contra las clases bajas y ciertos grupos étnicos. Al atribuir la criminalidad a la inferioridad biológica y evolutiva, Lombroso patologizó inadvertidamente la pobreza, sugiriendo que las tendencias criminales eran más frecuentes entre los desfavorecidos socioeconómicamente. Esta perspectiva no sólo reforzaba los estereotipos clasistas, sino que tampoco tenía en cuenta las presiones sociales y económicas que podían llevar a los individuos a participar en actividades delictivas. Esta postura ignoraba la posibilidad de que las estructuras y desigualdades sociales contribuyeran al comportamiento delictivo, o incluso lo provocaran.
Supuestos sexistas
El análisis de Lombroso sobre las mujeres delincuentes estaba muy influido por las normas y prejuicios de género contemporáneos. Asociaba las desviaciones de los roles y las apariencias femeninas tradicionales con la criminalidad, aplicando un prisma moralista y sexista a su interpretación del comportamiento femenino. Este enfoque refleja una tendencia social más amplia a juzgar las acciones de las mujeres en un contexto de domesticidad e instintos maternales. El énfasis que ponía Lombroso en rasgos como la masculinidad o la frigidez de las delincuentes perpetuaba los estereotipos e ignoraba la compleja interacción de factores sociales, económicos e individuales que podían llevar a las mujeres a delinquir. Su trabajo en este campo ejemplifica los peligros de confundir el determinismo biológico con el juicio moral, sobre todo cuando se analizan comportamientos que se desvían de las normas sociales.
Conclusión
Los esfuerzos pioneros de Lombroso en criminología fueron innegablemente influyentes y sentaron las bases para futuras investigaciones en este campo. Sin embargo, sus metodologías y conclusiones son producto de su época, imbuidas de los sesgos y limitaciones de la ciencia y las normas sociales de finales del siglo XIX. La criminología moderna ha evolucionado hacia enfoques más matizados y equitativos, reconociendo la importancia de tener en cuenta una amplia gama de factores socioeconómicos, psicológicos y ambientales en el estudio del comportamiento delictivo. El legado de Lombroso nos recuerda la necesidad de una reflexión crítica y un rigor metodológico constantes en las ciencias sociales.