La teoría de autocontrol de Gottfredson y Hirschi

Su teoría, esbozada en «Una teoría general de la delincuencia», se aleja de las explicaciones convencionales de la delincuencia basadas en el control externo y, en su lugar, hace hincapié en los aspectos individuales, en particular en el autocontrol. A diferencia de las teorías que proponen orígenes biológicos o genéticos de la conducta delictiva, Gottfredson y Hirschi se centran en el autocontrol como resultado de la socialización en la primera infancia, especialmente en el seno de la familia.

La idea central es que un bajo autocontrol, que surge pronto y persiste a lo largo de la vida, es un aspecto central que conduce a la actividad delictiva cuando se combina con una oportunidad. En su opinión, el autocontrol no se aprende, sino que es un estado subjetivo que determina la vulnerabilidad de un individuo ante tentaciones momentáneas. Las características asociadas a un bajo autocontrol incluyen la impulsividad, la miopía, la asunción de riesgos y la insensibilidad, y surgen a una edad temprana.

Aunque reconocen que la mayoría de los delitos son cometidos por jóvenes y que los índices de delincuencia disminuyen con la edad, se oponen a un cambio fundamental en la criminalidad. En su lugar, atribuyen las diferencias a la manifestación de un bajo autocontrol en actividades no delictivas. Las diferencias de género se atribuyen a una socialización familiar más estrecha durante la adolescencia, que afecta a las oportunidades de realizar actividades delictivas.

El segundo componente de la teoría es la presencia de oportunidades para la actividad delictiva. Gottfredson y Hirschi afirman que las oportunidades deben maximizar el placer inmediato, implicar tareas sencillas y presentar bajo riesgo o detección. Reconocen que los aspectos sociales y estructurales influyen en las oportunidades, dependiendo de la situación del individuo y de su nivel de autocontrol.

Las pruebas empíricas de Grasmick et al. encontraron un apoyo parcial, sobre todo para el elemento de la oportunidad. Sin embargo, sugirieron que la teoría debería complementarse con variables que afectan al deseo de cometer delitos, como la teoría de la tensión. Gottfredson y Hirschi rechazan esto, argumentando que la criminalidad es igualmente atractiva para todos, siendo el bajo autocontrol el factor determinante.

Se ha criticado la dependencia de la teoría de la familia como principal agente socializador, sobre todo por la posibilidad de culpar a las madres de una socialización inadecuada. Sin embargo, las recientes sugerencias que vinculan las relaciones perturbadas en la primera infancia con las diferencias de género en los índices de delincuencia han reforzado el énfasis de la teoría en la influencia familiar.

En particular, la teoría rechaza una explicación determinista y subraya que cualquier persona puede ser socializada eficazmente, pero que las diferencias individuales influyen en la eficacia de la socialización. Si bien el bajo autocontrol es moldeado externamente por la socialización, una vez formado se convierte en interno. La teoría sugiere que la mayor parte de la socialización crucial para el desarrollo del autocontrol tiene lugar en la familia, y que los grupos de iguales y las escuelas quedan relegados a un papel periférico.

Las diferencias con las teorías cognitivas del aprendizaje son evidentes: ambas hacen hincapié en el comportamiento aprendido, pero difieren en el tratamiento de la motivación y el papel de la familia. Gottfredson y Hirschi argumentan en contra de las diferencias en la motivación, alegando que el bajo autocontrol se forma completamente en los primeros años y permanece en gran medida inalterado por experiencias posteriores.

En cuanto al tratamiento de los delincuentes convictos, la teoría cuestiona la eficacia de los castigos severos, ya que la teoría de la disuasión presupone una toma de decisiones racional, que puede no aplicarse a las personas con bajo autocontrol.

La sugerencia de la teoría de que el bajo autocontrol se forma pronto y permanece relativamente permanente implica perspectivas limitadas de cambio. La prevención de la delincuencia se considera como la eliminación de oportunidades o, menos práctico, la eliminación del individuo.

En conclusión, la teoría del control social de Gottfredson y Hirschi subraya el papel central del bajo autocontrol, formado a una edad temprana y persistente a lo largo de la vida, junto con las oportunidades, a la hora de explicar el comportamiento delictivo. La atención que presta la teoría a los aspectos individuales, especialmente a la influencia de la familia en la formación del autocontrol, la distingue de otras perspectivas criminológicas. A pesar de las críticas y el debate, la teoría aporta valiosas ideas para comprender y abordar la delincuencia.

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