Investigación en casos con explosivos

Una explosión se produce como resultado de una reacción química que libera una gran cantidad de energía física o química acompañada de luz, calor y sonido en un corto espacio de tiempo. La causa de una explosión puede ser desde un simple accidente doméstico hasta un gran incidente terrorista. En cualquier caso, hay que llevar a cabo una intrincada investigación para establecer las circunstancias exactas del suceso.

La construcción de una bomba puede ser bastante sencilla, ya que en algunos casos basta con un temporizador o un mando a distancia para crear una chispa inicial, que enciende la bomba y desencadena la explosión. Las recetas para fabricar una bomba de este tipo se pueden encontrar fácilmente en Internet. La potencia de una bomba puede variar mucho, ya que algunas tienen poca potencia y otras causan una destrucción masiva, dependiendo de los reactivos químicos utilizados y de la construcción del propio artefacto.

Los cordones detonantes son partes comunes de muchos artefactos explosivos. Se trata de tubos de plástico rellenos de explosivo en polvo, por ejemplo PETN (tetranitrato de pentaeritritol), que suelen utilizarse para unir las cargas mediante la transmisión de la onda de choque de la detonación o como carga explosiva en sí. Los artefactos explosivos suelen contener reforzadores, componentes que amplifican y transmiten la onda de choque entre el detonador y la carga principal. Muchas bombas requieren algún tipo de activación para iniciar la detonación, por lo que se suelen utilizar temporizadores o dispositivos de control remoto. Éstos ponen en marcha la carga inicial, que luego pasa a encender el explosivo y detonar la bomba.

El proceso de investigación

El lugar de la explosión debe considerarse seguro antes de que los agentes puedan proceder a la investigación. Al igual que en las investigaciones de incendios, hay que tener en cuenta la integridad estructural de los edificios, los materiales peligrosos, como el vidrio y el metal, y las sustancias inflamables o tóxicas. En los casos de atentados con explosivos siempre existe la posibilidad de que se hayan colocado segundos artefactos, ya sea bombas que no hayan detonado según lo previsto o aquellas diseñadas específicamente para dañar a las personas que acuden al incidente. Por lo tanto, se debe considerar que la zona es estructuralmente segura, se debe llamar a los expertos para que localicen cualquier otro explosivo y se debe llevar la ropa de protección adecuada. Como en cualquier escenario del crimen, se colocará un cordón alrededor de la zona para preservar las pruebas y controlar quién puede entrar en el lugar. El diámetro del cordón dependerá del incidente, ya que un artefacto sin detonar requiere un cordón más pequeño al no haber restos.

Inicialmente, la investigación establecerá si realmente se ha producido una explosión. Las explosiones provocan daños específicos en las zonas circundantes, cuya presencia puede indicar que se ha producido un incidente de este tipo. Por lo tanto, los investigadores buscarán estos daños característicos. Los textiles adquieren un material específico cuando se someten al calor causado por una explosión, y muchos se funden y vuelven a solidificarse, mostrando daños en forma de garrote. Las superficies un poco más alejadas, como los tejados y los vehículos parados, son susceptibles de recoger los depósitos de hollín de los materiales quemados durante la explosión. La presión y el calor de la explosión causarán daños específicos en las superficies cercanas, siendo el tipo de daño específico del material. Una vez confirmado, se localizará el origen de la explosión. La presencia y la profundidad de los daños específicos o de un cráter pueden indicar el origen, o el asiento, de la explosión. A continuación, habrá que establecer si el incidente fue causado por explosivos colocados de forma malintencionada o si fue un accidente, como una fuga de gas. Los investigadores estarán atentos tanto a los signos de posibles fugas de gas y similares como a los indicadores de uso de bombas.

Antes y a lo largo de la investigación se entrevistará a todos los testigos del incidente. Los informes de los testigos son útiles para recopilar información sobre los sucesos que condujeron a la explosión, los detalles de la propia explosión y cualquier otra cosa que pueda ser relevante, como el avistamiento de personas sospechosas.

Durante la investigación de una escena de explosión, los investigadores deben buscar a lo largo y ancho posibles fragmentos, ya que gran parte de la bomba sale despedida lejos del epicentro debido al calor y la energía cinética producidos. Los fragmentos pueden encontrarse en los tejados, bajo otros escombros e incluso incrustados en otros objetos o víctimas. Todos los fragmentos deben recogerse para garantizar la reconstrucción de la bomba. Dichos fragmentos también pueden contener huellas dactilares del autor del atentado. Entre los componentes que se buscan en el lugar del crimen figuran detonadores, cintas, cables, temporizadores, interruptores y baterías. Una vez recogidos todos los componentes presentes, los expertos pueden establecer qué tipo de artefacto explosivo se utilizó, incluida su construcción y cómo se activó. El tipo de explosivo utilizado, su construcción o los componentes específicos utilizados pueden ser útiles para localizar al fabricante de la bomba, especialmente si se han producido una serie de explosiones durante un período de tiempo. Asimismo, determinadas organizaciones terroristas pueden ser conocidas por utilizar un tipo específico de explosivo. A menudo se puede investigar la compra reciente de determinadas sustancias. Por lo general, los explosivos están estrictamente regulados por el gobierno, por lo que se puede levantar una bandera cuando un individuo compra un producto químico concreto. Sin embargo, los materiales utilizados en las bombas suelen ser robados o introducidos de contrabando en el país, por lo que los componentes pueden ser más difíciles de rastrear. Además, las bombas pueden construirse a partir de productos cotidianos, por lo que rastrear la compra de dichos materiales hasta un individuo concreto no es una opción viable.

Las investigaciones no se limitan al lugar del incidente de la explosión en sí, sino que pueden extenderse a los hogares de los sospechosos. Los hogares pueden ser examinados y analizados en busca de cualquier indicio de construcción de una bomba, incluidos los fragmentos de bomba y las sustancias explosivas. Se tomarán muestras de las superficies para detectar la presencia de rastros diminutos de residuos de explosivos, utilizando indicadores químicos o recogiendo muestras para su posterior análisis en el laboratorio.

Tipos de explosivos

Las explosiones pueden tener un elemento químico y otro físico. El primero se refiere a la energía química almacenada en las moléculas explosivas que producen el calor, la luz, el sonido y la energía cinética. Una explosión física puede ser la liberación repentina de presión, como en la explosión de un contenedor de gas.

Una detonación es una explosión subsónica con una velocidad superior a la del sonido en ese material, con una onda de presión de hasta 8500 metros por segundo. Esto ocurre en los explosivos de gran potencia. Las detonaciones suelen tener un efecto demoledor, y una explosión especialmente condensada provocará un enorme cráter.

La deflagración es un tipo de combustión subsónica que se produce más lentamente que la velocidad del sonido en ese material, creando una onda de presión de hasta 1000 metros por segundo o menos. Suele propagarse por conductividad térmica y es común en la mayoría de los incendios cotidianos. Los explosivos condensados que sufren una deflagración producen un calor extremo que derrite los objetos circundantes.

Hay dos tipos de explosivos: los de baja potencia y los de alta potencia. Los bajos explosivos se caracterizan por su capacidad de arder de la misma manera que lo haría cualquier otro material combustible. Ejercen un efecto de lanzamiento o empuje cuando se produce la explosión, con una velocidad del frente de explosión inferior a 400ms-1. Entre los ejemplos de bajos explosivos, también conocidos como propulsores, se encuentran la pólvora y la nitrocelulosa. Los altos explosivos son mucho más peligrosos, ya que tienen un efecto más destructivo y explotan a una velocidad de entre 100 y 8500 metros por segundo. Tienen una velocidad del frente de explosión de 400ms-1, y pueden alcanzar hasta 19000ms-1. Los altos explosivos pueden ser primarios o secundarios. Los explosivos primarios son muy sensibles, como por ejemplo la nitroglicerina. Los explosivos secundarios son, por el contrario, bastante insensibles, con ejemplos como el PETN y el TNT.

Es habitual encontrar una gran variedad de explosivos, cuya construcción y mecanismos son específicos para su uso.

Bombas de tubo: construcción sencilla que consiste generalmente en un tubo corto con ambos extremos tapados. Se perfora un extremo y se inserta el detonador, pudiendo utilizarse explosivos de alta o baja potencia. Algunas partes de esta bomba suelen sobrevivir a la explosión y pueden contener pruebas como huellas dactilares y datos del fabricante.

Bombas para vehículos: suelen utilizar grandes cantidades de explosivo de baja potencia con un potenciador de alta potencia. Las bombas se colocan en el interior de vehículos que, por lo general, pueden dejarse sutilmente en el lugar del objetivo, donde suelen causar una gran destrucción. Por lo general, es posible identificar al menos la marca y el modelo del vehículo utilizado y, potencialmente, incluso su propietario.

Cartas y paquetes bomba: suelen contener una pequeña cantidad de explosivo de gran potencia empaquetado dentro de una carta o paquete poco visible. Estas bombas suelen aportar pruebas forenses, ya que los artefactos rara vez provocan incendios y, por tanto, se destruyen menos pruebas.

Minas: se trata de dispositivos ocultos que contienen explosivos de gran potencia, utilizados habitualmente por los militares. Las minas suelen estar ocultas y se detonan al tocarlas. A menudo se pueden obtener muchas pruebas forenses del artefacto.

Bombarderos suicidas: los bombarderos suicidas, normalmente un individuo que lleva un chaleco con explosivos o un dispositivo, son utilizados principalmente por las organizaciones terroristas. Este tipo de bombas permite que los explosivos entren literalmente en el lugar del objetivo y se coloquen lo suficientemente cerca como para causar la máxima destrucción. La identidad de los autores de las bombas puede determinarse a menudo a partir de las imágenes de las cámaras de seguridad y de las declaraciones de los testigos. Incluso pueden encontrarse partes del terrorista, ya que la parte superior del torso y la cabeza a veces sobreviven a la explosión y se encuentran a cierta distancia del epicentro de la misma. Muchas organizaciones terroristas publican o anuncian la identidad del terrorista después de que se haya producido el atentado.

Detección de explosivos

A lo largo de la investigación se pueden utilizar diversas técnicas para detectar residuos de explosivos, ya sean rastros dejados por el artefacto explosivo o materiales utilizados en la producción de los mismos.

El uso de perros especialmente adiestrados es quizá uno de los métodos más antiguos de detección de explosivos. Estos perros están entrenados para utilizar su excepcional sentido del olfato para detectar y localizar la presencia de los más mínimos rastros de material explosivo. También pueden utilizarse en el propio lugar del delito para detectar más artefactos o residuos explosivos, y en los domicilios de los sospechosos para determinar si el lugar presenta algún rastro de dichas sustancias. Los perros también pueden recibir instrucciones para detectar olores de explosivos en las personas y en su ropa. Puede obtener más información sobre estos perros adiestrados en la página de perros detectores.

Los dispositivos electrónicos «rastreadores» son similares a los caninos adiestrados. Los explosivos suelen emitir ciertos componentes volátiles que el dispositivo puede detectar. El aire es aspirado a través de un filtro, lo que hace que los componentes se acumulen y puedan ser analizados, dando alguna indicación sobre su composición. Sin embargo, algunos explosivos, como los plásticos, no son fácilmente detectables por estos dispositivos, por lo que los caninos pueden ser más útiles a este respecto. Las técnicas de detección deben utilizarse siempre al unísono y no de forma exclusiva.

Lejos del lugar del delito, pueden utilizarse técnicas analíticas estándar para detectar e identificar sustancias explosivas. La espectrometría de masas y la cromatografía de gases se utilizan con frecuencia en el análisis de las muestras recogidas en el lugar del delito para identificar cualquier residuo de explosivo.

Explosives. (s/f). Aboutforensics.co.uk. Recuperado el 9 de noviembre de 2021, de https://aboutforensics.co.uk/explosives/
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